El sinsabor del arroz con leche y las M's

Desde que tengo uso de razón, siempre me gusto escuchar las historias que a mis abuelos les da mucho gusto recordar. Hace mucho que escucho a ninguno de los que tengo, decir nada. Mas o menos tres años ya pasarón desde que mi bisabuela, "Mama Meri" (que en realidad lo escribiría Mamameri) se fue al su reino religioso o al menos así parece ser. Además sé que ella de alguna forma, a pesar de su mente ya fallida y olvidadiza, tenía esa fe. Cuando ella partió, mi Mama ( sí, Mama porque ella no es mi mamá, es mi abuela) dejó que se fueran con Mama Meri, muchas cosas de ella; un poco del brillo de mujer característico de mi familia materna ( que a mí, aún me falta descubrir), las historias hermosas de varios recuerdos suyos, su muy buena vista y el sabor del arroz con leche.


A los 4 años yo ya andaba sentada, parada en el banquillo, en la silla o en algún lugar de la cocina con mi mamá o con mi Mama, probando, oliendo y viendo los infinitos sabores que se combinaban en casa de mi abuela o en la mía. De allí y con los años, que he aprendido y aprendo sobre los secretos escondidos de mi familia materna, pero solo lo que me gusta. Por alguna razón, que creo ya descubrí, que no sé preparar arroz con leche, ese tradicional postre al cual también, tampoco sé porqué, le hicieron una canción.


Hace poco más de un mes, que mi otra bisabuela rompió el récord al morir con 103 años pesándole encima. De algún modo, su muerte me la iba esperando desde el momento en el cumplió 100 años, que fue un gran acontecimiento en la familia; de algún modo, por los menos unas cinco veces al año, me preguntaba "¿Hasta cuándo seguirá viva Masita? ( así la llamábamos), ¿ Llegará a cumplir ciento y pico años el próximo año?". Bueno, su recorrido hasta el cielo no creo que haya durado mucho. A comparación de Mama Meri, donde solamente me dejaron ir al velorio, estar sentada contemplando de lejos el ataúd, me aburrí y no sentí el dolor que probablemente debí sentir esos días; con Masita, sí acudí al velorio, me acerque al ataúd y la contemple a ella, cara a cara, yo con los abiertos y ella cerrados. Le dije cosas, suponiendo que ella podía leer mi mente, me despedí y la seguí contemplando un ratito más; resulta que en mi último viaje a Lima vi "El Violinista" si mal no recuerdo, una película no se sí japonesa o china, el punto es que los actores tenían los ojos achinados. Nunca le encontré el sentido al título porque era una película que trataba de la vida y la muerte, más muerte que vida. El protagonista se encargaba de limpiar, acomodar y preparar a la persona fallecida, antes del velorio y todo lo demás, era como un ritual. Volviendo a Masita, cuando estuve mirándola, se me vino a la mente, " ¿ Cómo mierda la habrán tratado los que la han preparado para meterla dentro del sarcófago?" y esto lo pensé bien, fue porque en el protagonista de la película trataba a los muertitos de tal forma que parecían de cristal recién sacado del horno y creo que lo podía hacer a ojos cerrados: los limpiaba, cambiaba de vestimenta por algo que parecía seda, creo que les ponía un rosario empuñado en las manos que se iban a quebrar, los acomodaba como a un bebé cuando se lo lleva a la cuna una vez que esta dormido, luego los maquillaba para que parecieran nada más que solamente dormidos, pero en vida. En fin, solo esperé que los que hicieron eso con Masita, hubieran hecho algo parecido. No estoy segura si Masita también preparaba arroz con leche, pero no, tampoco me hubiera simpatizado mucho.


Trato de acomodar la idea de lo que es el arroz con leche para mí.


Mientras, sigo.


Hago una pausa y es que hay que tomar un respiro para lo que se viene; abuela Milka, tienes cáncer.


Se tuvo que recurrir a una operación y luego en el lapso de casi cuatro meses de su enemiga, porque no es su amiga, La Quimio. Durante este periodo vive con nosotros, es decir, en mi casa. Milka extraña su casa, su pequeña ciudad, su cosas, pedidos, reclamos, hacer el mercado cuando se le de gana ( todos los días), sus gustos, favoritismos, sus otros nietos, estar al mando, su comida, autoridad y como no, tener su cuarto y baño propios donde el volumen de las telenovelas y noticieros va hasta más del 50 % del lo que ofrece el televisor y aún estando ella en el segundo piso con la puerta cerrada, la casa retumba al escuchar uno las voces fingidas de telenovela "La Usurpadora". Mi mamá decía: "ah tu abuela Milka ( su suegra, claro está), toda la vida a sido así, no inútil, floja, nunca aprendió nada y si lo aprendió no le gustó o se olvidó, no le hagas caso, que se sugestiona de todo..." y más blablabla...la cuestión es que desde niña siempre le puse un "check" a lo hipocondríaca de mi abuela Milka. Esta es la razón por la que de vez en cuando, busco un modo de distraerla por lo menos una hora.


Los hombres no son de contar mucho, tal vez una vez a las quinientas sobrios, y varias veces con un par de tragos encima. Mi papá hasta el día de ayer, nunca había mencionado como fue que mi abuela conoció al abuelo, ni se me ocurrió a mi preguntar sobre aquella historia en uno de los tantos viajes que hice para visitar a mi abuela Milka. Se me ocurrió ahora, que ella está aquí, distraerla un poco. Le pregunté lo que ya se de mi Mama y el Abu, quería que me contará la historia de Milka y Carlos:


"Fulana, quien estaba casada con Jaime, le dijo a Milka;


- Vamos a Tacna con Jaime, solo por unos días y de ahí nos regresamos a Piura


- Pero vamos a ir hasta allá, luego regresar, voy a estar cansada


- ¡ Vamos Milka! ¡ No seas floja!


- Ahyyy.... ya, ya, ya pues vamos, te acompañaré...


Tomaron entonces el carro y emprendieron el largo viaje desde la punta del norte hasta la punta del sur. Apenas llegaron Jaime invito a las señoritas a comer al prestigioso "Hotel Bocchio" ubicado en Pachía. Milka no tenía ni la mínima idea de lo que quería pedir para comer, puesto que tan quisquillosa era ella, que;


- ¡¿ Y ahora?! ¿ Qué pido?


- Ají de gallina, ave c...


Mientras comían Jaime comentaba que la señora que cocinaba era la señora de Bocchio, que tenía cuatro hijos y que a uno de ellos le pertenecía una ferretería en la ciudad y a otro ese mismo Hotel- Restaurant. Se hizo tarde como suele ocurrir; Carlos, el dueño de la ferreteria, invitó a todos a una fiesta allí cerca de Pachía donde finalmente de una forma nada común Milka y su pareja de amigos asistieron, no sin antes negarse a ir a la bendita fiesta. Milka con sus pocas ganas de salir a bailar al campo esa noche, no hizo más que sentarse al borde de la fiesta, en una silla observando a todos bailar bajo la luces del campo. Carlos, al verla allí, supo que era su única y última oportunidad para hacerla "suya". Se acercó, y el muy mandado la invito a bailar, pero la respuesta de Milka fue la siguiente;
- Solo bailaré contigo si vas a ese árbol y me bajas ese fruto que está allí, en la parte más alta.
Ella pensaba en su casi fundada confianza de que el árbol era demasiado alto como para subirlo sin ayuda de una escalera,  pero no contó con el ya experimentado señor Carlos era capaz de eso y más. Lo vió irse, trepar el árbol y bajar el fruto que ella le pidió: resignación, a bailar se dijo.
Y es allí donde comenzó la historia, en resumidas cuentas, su romance fue muy corto ante  de que Carlos le pidiera matrimonio, Milka viajo a Piura, su madre se enojo con ella por la tardanza, no le quiso comentar nada, y cuando la familia allá se entero del proximo casamiento, la mamá de Milka se opuso a este. En fin, Milka y su hermana Teresa acabaron por regresar a Tacna, y Milka casándose con Carlos antes de pasar si quiera 2 o menos de 1 mes de haberlo conocido.

Mi abuela Milka preparaba arroz con leche también, de chica yo no lo comía, aproximadamente a los 12 empezé a hacerlo. El sabor era diferente al de Masita y al de Mama....algo más raro. En realidad ya no lo recuerdo mucho. Pero sé que nunca supe como lo hacía y que a muchos les gustaba el dulce y la textura de su arroz con leche.

Mi mamá me enseño a hacer arroz con leche, a mi me gusta solo a veces. Nada de leche, solo leche condensada y punto, super dulce, super espeso y caliente, sin canela. Será por eso que a muchos no les agrada como lo preparo.

Mi abuela Milka solo puede tomar leche de soya o deslactosada, no mucha azúcar y otros cuidados. Se quedó aquí mucho tiempo, yo quise que se quedará más (sabía que algo iba a suceder si se regresaba a Tacna), pero quería ver a sus otros nietos, menores que yo, y se fue, y se fue muy bien. No voy a entrar en detalles, eso lo guardo para otro escrito.

Milka murió a la edad de 81 años, el día que Dios le regalo fue el 25 de diciembre del 2011 a la tarde. Tal y como se hubiera esperado, tenía que ser justo en Navidad. Era muy creyente y todos, pero todos los días de su vida rezaba. Fue duro y aún lo es por algunos temas, por eso sé que estando en el cielo, sigue intranquila y no está en paz, solo un poquito. Por eso queda la nostalgia de su olor en el cuarto que ocupaba en mi casa y por eso yo cambio de cuarto los fines de semana, para dormir en lo que fue su cuarto, porque sin casa y sin lugar a donde ir y encontrarla cerca de donde yo estoy, no queda otra que visitar su encanto de abuela llena de penas y lágrimas en el corazón por una hija que mucho la hizo y la hace sufrir.

En fin, la única "M" que me queda ahora es mi Mama, de quien también sé, que poco a poco se le apagará la luz de sus ojos y quedará lentamente sin el poder de la vista clara, y así poco a poco también perderán los sabores que pueden crean sus manos, las cosas que hace en conjunto con sus ojos.

El arroz si no le agregas nada, sabe a .....nada para mí. El arroz con leche, es algo que sé, nunca me podrá salir como quisiera, y que siempre queda algo que hace falta, y jamas podré hallar el sabor que mis tres "Ms" juntas podrían haberme dado.

Ahora que como arroz con leche, solo el gusto, porque con una "M" ya casi no tiene sabor.
















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